ATH BILBAO 3-0 SEVILLA FC

jueves, 5 de marzo de 2009

Adiós a la Copa de Su Majestad el Rey.

Adiós a una competición, en la que estábamos a sólo un paso de volver a disfrutar, de volver a gozar y de volvernos a sentir grandes.

Pero ése paso que nos quedaba se convirtió anoche en tierras vascas en una auténtica pesadilla. Pesadilla de la que aún el Sevillismo no ha podido despertar tras el espantoso ridículo de un plantel de pofesionales con el escudo del Sevilla Fútbol Club en el pecho que ayer se vió desarbolado, pisoteado y ultrajado simplemente por el orgullo, empuje, casta y coraje de once futbolistas que pusieron todo lo que tenían dentro para darle a su gente una satisfacción de las gordas.

Y precisamente es lo que envidio de los jugadores bilbainos anoche. Ése darlo todo hasta la extenuación. Ésa forma de morder a todo lo que vestía de blanco, que para más inri y me refiero a los de blanco ofrecian sus carnes para ser mordidas sin la más mínima resistencia.

Ver para creer.

Teniendo muchísima más plantilla, casi sin lesionados, con una final a un paso, con muchos Sevillistas desperdigados por las gradas de San Mamés tras un viaje intersemanal, y con tantas y tantas cosas más, los nuestros tiraron literalmente a la basura una posibilidad inmensa de hacer feliz de nuevo a una afición que se lo merece, aunque sea tirar de tópico.

Todos sabíamos de la posibilidad de caer eliminados.

Cuando juegan dos equipos profesionales, y aunque haya diferencias evidentes y palpables de calidad y de presupuesto, puede pasar cualquier cosa.

Ayer también el Barcelona estuvo al borde del abismo.

Yo no lo voy a pedir a mi equipo que lo gane todo. Ni muchísimo menos.

Pero al menos si me encuentro en mi derecho como Sevillista que soy desde que nací, de exigir por activa y por pasivo que el escudo de mi equipo sea defendido con la máxima dignidad y honor posible.

Y ayer éso no se hizo en San Mamés. Para nada. Vamos cualquier atisbo de parecido entre lo que hizo el Sevilla ayer, sobre todo en el primer tiempo, y un partido digno y de alta competición es pura coincidencia.

No se pued consentir que un equipo vulgar, tela de vulgar te pase por encima como si fuese el Brasil de los 70. Con un juego arcaico, basado en empjar y arrollar a la fuerza, un juego que según Manolo Jiménez estaba estudiado y trabajado para contrarestarlo, los vascos nos hivcieron tres goles en treinta y pocos minutos.

Y el Sevilla sin hacer nada. Pero nada de nada.

Ni un arrebato de dignidad, ni un arrebato de sentirse humillado o herido e ir a morder.

Con jugadores deambulando por el terreno de juego con un trote cochinero vergonzoso y patético.

Y dudo mucho además, que conociendo como es Jiménez, la culpa de ésa falta de intensidad sea de él precisamente.

Si me lo cientan de otro, pues igual me lo creo. Pero no de Jiménez.

Interminable suplicio el de ayer. Sobró el partido entero y no hay análisis objetivo posible. Ni de juego, ni de tácticas ni de leches.

Sólo se puede resumir el asunto diciendo que once futbolistas pusieron cojones y la vida en el partido, y que los otros once que por desgracia fuimos nosotros fueron once cadáveres sin ningún tipo de posibilidad alguna de revertir la situación que ellos mismos con su falta de intensidad habían provocado en una media hora que quedará para los restos como una especia del día de la infamia.

Y mientras, ésos héroes sevillistas en las gradas aguantando el chaparrón de una catedral enfervorizada y enloquecida con los suyos.

Los jugadores del Sevilla no pueden, bajo ningún concepto volver a repetir lo de ayer.

Y no hablo de perder. Fijaos que hasta me da igual el perder.

Hablo de dignidad. De vergüenza torera. De casta y coraje. Del escudo de una entidad con 104 años de historia y muchísimos millones de euros de presupuesto.

Espero y deseo, que de la misma forma que José María del Nido se dedicó a calentar el ambiente, a anidar ésa carnaza que ahora todos los sevillistas tenemos que aguantar y soportar, hable alto y claro a los culpables de ésta infamia tan indigna.

A ver si el presidente, el mejor de la historia de nuestro club, coge simbólicamente a más de uno por la pechera y le canta cara a cara lo que siente un Sevillista cuando ve su sentimiento pisoteado y ultrajado.

De puertas adentro hay que pegar un puñetazo encima de la mesa y que salten todos los papeles que haya en ella.

No nos puede ganar nadie, repito nadie, porque ponga más huevos que nosotros.

Deben de andarse con muchísimo cuidado los jugadores, el cuerpo técnico, y el consejo de administración para que lo de ayer no se vuelva a repetir.

Fenherbache, Sampdoria y Ath.Bilbao son tres banderillas negras, negrísimas clavadas en el lomo de una afición que cada vez tiene menos recorrido ni menos pases.

Hay que apoyar al equipo, por supuesto.

Pero que no se dejen pisotear el escudo. Hoy algunos jugadores habrán dormido a pierna suelta.

Yo no.

Y muchísimos cientos o miles de sevillistas tampoco.

Y a éso no hay derecho.

Sólo nos queda un objetivo. Y ése objetivo está bien encaminado porque se han hecho bien los deberes y porque tenemos un equipazo.

Pero ojo que quedan trece partidos.

Ojo.

3 comentarios:

josep dijo...

Mas alto se puede decir.... más claro no!!

Talibán Sevillista dijo...

Mañana toca levantarse
Y para ayudar debemos estar todos empujando
Viva mi Sevilla Campeón

Talibán Sevillista dijo...

Quilloooooooooooo, Vamos arribaaaaaaaaaa.
Vamos mi Sevilla, Vamos campeónnnnnnnnnnnnnn