FINAL DEL CALVARIO

lunes, 12 de enero de 2009

Llevaba varios días queriendo y deseando escribir sobre éste asunto, pero hasta hoy no me he decidido. Me estoy refiriendo al calvario particular vivido por Ernesto Javier Chevantón.

Y no me he decidido a escribir hasta hoy, porque precisamente hoy es cuando ha hablado el delantero uruguayo, y ha confirmado su absoluta disponibilidad a partir de ya para colaborar de aquí en adelante con el equipo que le paga religiosamente, y en el que por a o por b, no ha podido aún rendir a tope de lo que esperaba cuando allá en el verano de 2006 el Sevilla adquirió su ficha al Mónaco.

El fútbol, la suerte, ésa suerte tan necesaria para todo en la vida, le ha sido esquiva a Ernesto Javier desde el mismo momento en que fichó por el Sevilla. Entre otras cosas porque ya llegó lesionado y desde ahí, son tres temporadas ya con ésta, no ha podido levantar cabeza.

Ha tenido apariciones esporádicas. Nula continuidad. No ha acabado jamás de asentarse en el equipo titular.

Primero porque no era santo de la devoción del traidor manchego, que incluso llegó a dejarle sin ficha al comienzo de la temporada pasada.

También en su primera temporada, con el traidor, contó poco. Aunque jugó. Además hizo goles importantes, como por ejemplo aquel en Donest que nos dio la clasificación para la siguiente ronda de la Uefa, nuestra segunda Uefa, o aquel otro espectacular de chilena en Nervión al Real Madrid que sirvió para batir al equipo capitalino.

Jiménez le recuperó como jugador. Le dió confianza y le prometió minutos. Y Cheva respondió con goles. No muchos, pero si una buena media si nos atenemos a los minutos de los que disponía.

Éste año comenzó jugando minutos. Salía como tercer delantero y la cosa no pintaba mal. Goles al Gijón y al Bilbao. Pocos minutos pero mucha efectividad.

Pero volvió a caer de nuevo en el túnel tras su retorno a la selección Uruguaya, en un partido en el que jugó sólo los últimos minutos, y que tuvo nefastas consecuencias para el jugador y para el club lógicamente.

Un largo túnel oscuro, túnel de soledad de gimnasio. De estar apartado de la rutina diaria de entrenarse con el grupo. De parecer que salía y de encontrarse de bruces con nuevas molestias que le hacían volver atrás para desesperación del jugador.

Ahora, gracias a Dios, ha conseguido vencer a una lesión molestísima que le planteó en su cabeza la duda de si merecía la pena seguir o no. Hasta ése punto llegó la quemaera mental de éste racial uruguayo al que muchos tachan de jugar mucho cara a la galería con gestos innecesarios de garra absurda, pero al que yo tacho de un excelente goleador.

Y si lo tacho así, es porque yo le seguí en su etapa del Lecce, y me pareció un fenomenal jugador de fútbol. No es ningún crack, pero si desde leugo un jugador que al cien por cien, estimo que puede ser muy útil al Sevilla si asume momentáneamente su rol de suplente de la pareja de monstruos sagrados que tiene por delante, es decir, de Luisfa y de Kanouté.

Ojalá, el técnico le integre en forma de convocatorias lo antes posible.

Y ojalá la suerte acompañe por una vez a éste honrado futbolista, que está deseando de salir a darlo todo y de ir devolviendo poco a poco, sin prisa pero sin pausa de la deuda moral que tiene adquirida con el Sevilla.

Enhorabuena Cheva.

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