PARTIDAZO Y YO CON MIEDO

sábado, 29 de noviembre de 2008

El título del post, es exactamente el sentimiento que tengo en un día que culminará con uno de los mejores acontecimientos futbolísticos que hoy en día se puede ver en nuestro país.

Ni más ni menos que el frío día de hoy culminará con la disputa de todo un Sevilla Fc - Fc Barcelona, ni más ni menos vuelvo a recalcar.

Todo un clásico de nuestra liga, que generalmente ha deparado maravillosos espectáculos de fútbol para los que hemos tenido el privilegio de ver un porrón de ellos in situ, es decir en la bombonera de Nervión.

Sin embargo y a base de ser tela de sincero, éste clásico en concreto, éste partidazo que se jugará ésta noche a partir de las 22,00 horas lo afronto con temores.

Temores que desde el día que le ganamos al Schalke 04 aquella épica prórroga yo no había vualto a sentir hasta hoy. Viniese quien viniese y estuviéramos como estuviéramos.

Y tengo temor, porque últimamente (y sigo siendo tela de sincero), no me está gustando nada de nada lo que estoy viendo cuando el Sevilla juega en nuestro estadio.

A las tres últimas citas como local me remito. Hablando de partidos de liga y dejando fuera el de la copa ante un seganda b.

Málaga, Huelva y Valencia. Tres partidos en los que sólo pudimos marcar un gol, y en los que emcajamos otro. Tres partidos en los que sólo conseguimos una victoria, un empate y una dolorosa victoria ante nuestro rival del oriente andaluz.

Y lo pero no es eso. Lo peor es el cortocircuito de juego de creación, de juego eléctrico, de torrente de ocasiones y de risas de gozo en la grada. Lo pero es acabar el partido del Recre por los pasillos del estadio porque un equipo que huele a segunda nos tenía acorralados y yo tenía las manos en la boca empujando al corazón hacia adentro porque él se quería salir para afuera.

El futbol no es una regla de tres, no es una ciencia exacta, y lo que a ésta hora es blanco, diez horas después puede ser negro. O viceversa. O quedarse en un gris, que es el color que menos me gusta de éste mundo junto al verde.

Y digo todo ésto, porque extrañamente quizás, vuelvo a sentir dentro de mí sensaciones de miedo. Sensaciones que me traen a mi cabeza recuerdos de otras épocas. No muy buenas precisamente.

Épocas en las que íba al Sánchez Pizjuán con mi padre acojonado (yo) porque nos visitaba el Barcelona y rezando para que no nos cascaran una goleada que nos pusiése bonito.

Época en la que iba con mi novia (ahora tiene la desgracia de ser mi mujer je je) e íbamos amargados porque no podía jugar tal o cual jugador y aquello era un drama.

Había perdido el rastro a ésta sensación. Y ahora la estoy volviendo a recuperar con el equipo quinto a dos puntos del segundo, que es lo extraño.

Pero el sentimiento que acumulo dentro de mí, de forma equivocada seguramente, es que el partido de ésta noche estará en manos del FC Barcelona desgraciadamente.

Tengo ésa sensación. Porque después de un puñado de partidos vistos éste año ya, el equipo, mi equipo me obliga a pensar así. Porque me temo mucho que saldremos a juntarnos y a verlas venir, y a confiarlo todo a la artilleria de máxima calidad que tenemos arriba para enchufar una y aniquilar al coloso catalán.

El problema es que yo no sé si haciendo ésto nos va a dar para sacar éste partido adelante.

Entre otras cosas, porque si nosotros presumimos con razón de llevar sólo ocho goles en contra, el rival sólo lleva nueve. Es decir, cuesta un mundo hacerle un gol a los culés.

El problema está o puede estar en que el Barcelona lleva la friolera de 37 goles a favor en doce partidos, lo que arroja una media de 3,08 goles por partido, ni más ni menos. Y ésto último es una barbaridad.

Pero os juro que ésto ocurre en el transcurso del partido aquel del Schalke y hhasta hoy mismo, y a mí me daría igual, pero exactamente igual vamos.

Y me daría igual porque teníamos un equipo capaz de doblegar a quien se pusiése por delante. Teníamos ésa bendita y maravillosa anarquía de Daniel Alves que volvía loco tanto al rival como a sus compañeros, pero funcionaba, y vaya si funcionaba.

Teníamos rocas en el centro del campo dificiles de romper, ni a cañonazos, como por ejemplo Poulsen.

Teníamos metidos en la cabeza sólo una cosa: ganar. Ganar y dar espectáculo por un tubo. Y éso, de momento sólo está en el limbo de los recuerdos.

Por todas éstas cosas, yo personalmente le tengo miedo al partido de hoy. Porque mucho me temo que si todo lo confiamos a la solidez, al orden, a la disciplina, a ver nuestro larguero más cerca que el de ellos, acabaremos pagándolo, y bien pagado.

Yo no sé si hoy vamos a ganar, empatar o perder. No lo sé.

Pero lo que sí sé es que yo lo que le pido al Sevilla Fútbol Club es ambición, es que vaya a por ellos, que marque bien el terreno y que le deje bien claro a los azulgrana que ésto es Nervión y que en Nervión no van a ganar.

Quiero una alineación lógica, no quiero experimentos raros. Experimentos con jugadores cambiados de sitio, o de bandas, o de centrocampistas jugando de carrileros, o de mediocentros jugando de segunda punta.

Quiero desborde y quiero que mi afición, se sienta orgullosa de su equipo cuando éste día finalice.

Por supuesto que lo principal es ganar, segundo ganar y tercero y sólo en tercer lugar ganar. Éso está claro.

Pero tampoco pienso que sea mucho pedir disfrutar un poquito, sólo un poquitito de nada, y no ir a mi estadio con un collarín ortopédico para evitar roturas de cuello viendo voleones para arriba y voleones para abajo.

En fín, que os juro que no estoy negativo, os juro que sé que tenemos equipo para ganarle al Barcelona, que tenemos equipo para soñar y para optar al menos a nuestros objetivos, pero por favor para conseguirlos hay varios caminos, y a mí el camino que llevamos no me acaba de convencer.

A pesar de los pesares, a pesar de ir con cierto temor, a pesar de todo lo que sea, yo iré a pasar frío, a mojarme, o a lo que sea para estar al lado de mi equipo. Pero iré para animar, sólo para animar y alentar a los míos. No chillaré a nadie, ni a nada, pase lo que pase, porque yo no sé chillarle a nadie que lleve el escudo de mi vida en el pecho.

Hoy hay que juntarse, hay que reventar Nervión y hay que ayudar a los de blanco (juegue como juegue y juegue quien juegue) a doblegar a los culés. No valen murmullos, ni pitidos, ni silbidos ni reproches.

Los once del campo y los cuarentamil de las gradas tenemos que remar en la misma dirección.

Cuando finalice que cada uno dicte sentencia. Pero de pitón a rabo, a cantar y a animar a los de blanco. No nos queda otra y además es nuestra obligación.

Suerte a todos y a por ellos, porque sé que podemos y sé que les vamos a ganar.

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