ODIO LOS DERBIS

domingo, 21 de septiembre de 2008

No me gustan los derbis.

Ni cuando hay tanta distancia entre ambos clubes, como ha ocurrido en éstos últimos, ni antes cuando a priori eran más igualados.

Igualados pero casi siempre hemos salido airosos de envites en los que íbamos de víctimas propiciatorias para el otro equipo de Sevilla.

Pero no me gustan los derbis. Siempre lo he pasado tan mal que les tengo mucho asco a días como el de hoy.

Si después se gana es tremendo, y si se pierde es un chasco o una losa encima de mí que no se puede igualar con nada.

Y no es caer en falsos provincianismos, porque yo sé que en la actualidad e independientemente de lo que ocurra ésta tarde la distancia entre ambas instituciones, como instituciones propiamente dicho es sideral.

Es expresar aquí un sentimiento que me ha acompañado desde pequeño. Desde aquellos partidos de final del trofeo Ciudad de Sevilla en agosto con gente sentadas hasta en las escaleras de nuestro estadio. Odiaba ver salir por el túnel del vestuario de mi campo aquellas camisetas verdes tan feas.

Lo paso mal en días como hoy. No sé porqué extraña razón, es o mejor dicho son los únicos partidos del Sevilla que me pierdo casi todos los años. Derbis he visto, y muchos, pero últimamente cada vez me cuesta más verlos por lo mal que lo paso.

Nuestra guerra es otra. Nuestra guerra son objetivos ambiciosos, muy ambiciosos, que van más allá de ganarle al equipo de la palmera. Lo de hoy no dejan de ser otros tres puntos más que hay que intentar ganar. Pero son tres puntos que quiero más que ningún otro triplete del año.

Para ellos no. Para ellos hoy es una especie de cruzada, donde pueden salvar el honor hasta que llegue la vuelta. Aunque llegue la vuelta y estén a 14 puntos de nosotros por debajo. Pero es la vida misma para ellos.

Odio los derbis y no me cansaré de decirlo. Dicen por ahí que es la fiesta del fútbol sevillano. ¿Fiesta?. Pues yo jamás he ido a una fiesta en la que lo haya pasado tan mal como cuando he ido a éstas "fiestas" futbolísticas.

Curiosamente, casi todos los derbis que se me vienen a la cabeza son positivos. Desde aquellos Scottazos y aquel gol a Campos en un Sánchez Pizjuán embarrado, a aquellas 4 victorias en una misma temporada guiados por Manolo Cardo.

Desde aquel 0-3 marcando hasta Martagón en la Palmera, a aquel Domingo de Feria por la tarde en la que ganamos por 1-0 con gol del genio de Osijek; Don Davor Suker. Aquel derbi en la palmera con Olivera corriendo con un palo en la mano, o aquel otro en la que yendo de víctimas ganamos por 0-1 con gol de Marcos Vales. O el centenariazo al busto, con aquel Kanoutazo en copa.

Son muchísimos los recuerdos positivos que me generan partidos como el de hoy pero también negativos. Días de llegar llorando a casa (siendo un niño) y de no querer ir al cole al día siguiente por temor a las bromas de ésos niños verderones a los que veía como el enemigo.

Por tantas y tantas razones, no me gustan los derbis. ¡Maldita sea a quien se le ocurrió fundar un equipo en ésta ciudad que no fuese mi Sevilla!. Con lo agusto que podría yo vivir si aquí sólo hubiese un equipo. El más grande de Andalucía, el que más gloria le ha dado a ésta ciudad. El que más títulos le ha traido a Sevilla.

No sé lo que pasará hoy. Ni lo sé ni lo sabré hasta que acabe. No sé si tendré lo que hay que tener para ver éste partido. Ni si lo veo, sé donde lo veré ni con quién.

Yo lo único que quiero es que sean ya las siete de la tarde y se acabe todo éste puñetero rollo en lo que se convierte anualmente el derbi. Si es ganando miel sobre hojuelas, y si nos ganan pues habrá que prepararse para oir bocinas y ver banderas en los coches y demás horteridades porque los pobrecitos son así. No dan para más.

En cualquier caso, que sean ya las siete por favor. Que para un día a la semana que tiene uno para estar tranquilo, manda cojones que a alguien se le ocurriera fundar un equipo que viste de verde en la ciudad más bonita del mundo para amargarle la vida a algunos como yo.

En fín que sea lo que Dios quiera, y que Dios quiera que hoy salgamos una vez más con el botín en la mochila. Que a las siete sean siete los puntos en la tabla y que digamos como casi siempre: ea pues toma ya, ahí os quedáis arañandose la cara. Hasta otra.

Ojalá.

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