El último de los internacionales que nos quedaba por jugar, Luis Fabiano, disputó ayer los noventa minutos completos en el partido Brasil - Bolivia.
No hubo brillo, ni goles ni nada de nada.
Empataron a cero goles en territorio Brasileño.

Lo que sí hubo fue un montón de pitos, de abucheos y de insultos dirigidos al juego de Brasil y sobre todo a Dunga, un hombre que tiene la espada de Damocles sobre su cabeza pues con el estilo de juego que ha impuesto a la pentacampeona del mundo, se está cavando deportivamente su tumba al frente de una selección que es el santo y seña de una nación y que por encima de todo quiere ganar y jugar bonito como dicen allí, cosa que ni por asomo se está consiguiendo con Dunga.
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